Es indudable que nos encontramos ante una evolución en la gestión de las personas en las empresas que está situando la salud mental como un elemento central de sus políticas.
Sin lugar a duda, la pandemia ha tenido un papel relevante en este cambio de paradigma, pero perderíamos perspectiva si creyéramos que la salud mental es una moda puntual fruto de los tiempos que vivimos y no un mar de fondo. Es decir, la Covid-19 simplemente ha destapado una circunstancia que llevaba años cocinándose, ha sido el catalizador para que la salud mental tenga la importancia que le corresponde.
Hasta ahora, la estrategia elegida por la mayoría de empresas para trabajar el bienestar emocional de sus equipos ha sido obviar el elefante en la habitación. Lo aparcamos como una cuestión del ámbito personal y, llegado el caso, como un trámite administrativo de baja laboral. Explicado de esta manera parece absurdo, pero es la (no)elección que muchas organizaciones habían hecho y, por desgracia, muchas siguen haciendo.
Que tantos profesionales y compañías de diferentes tamaños y sectores optaran por esta solución tiene una razón con implicaciones que atañen a la sociedad en su conjunto. Nos referimos al estigma en salud mental.
Algunos responsables de recursos humanos tienen el temor de que si abren esta puerta, entren todos los fantasmas. Cuando realmente no hacer nada ya está produciendo efectos perniciosos en las empresas, pero no solo a título personal de los trabajadores, sino en la cuenta de resultados, en los ratios de productividad y en la capacidad de captar o retener el talento que necesitamos. Estos son los fantasmas que realmente deberían preocuparnos.
El estigma nos impide hablar abiertamente sobre los problemas de salud mental y evita que aquellos que más necesitan ayuda la busquen. El coste para las empresas y la sociedad es alto. Aquellas personas con problemas de salud mental no solo se ven frenadas por los conceptos erróneos de los demás, sino también por sus propias creencias limitantes. La ocultación, el presentismo, la baja productividad o, incluso, el acoso o el despido acaban siendo ramificaciones del impacto del estigma en salud mental dentro del mundo laboral.
Hacer de la salud mental una prioridad empresarial es una inversión. Por cada 1€ gastado en el abordar la salud mental dentro de las empresas, la Organización Mundial de la Salud estima un retorno de 4€ en productividad y rendimiento.
Estamos ante un nuevo tiempo que necesita nuevos liderazgos.
Y el que empieza ahora necesita líderes que incorporen habilidades sobre la gestión en salud mental de sus equipos. Es esencial que desempeñen un papel importante en la desestigmatización de los problemas de salud mental dentro de sus organizaciones. Trabajar para reemplazar las creencias limitantes con creencias empoderadas es beneficioso para cualquier líder empresarial.
Esto significa cambiar el enfoque sobre la salud mental de un problema individual a una visión organizativa. El cambio a este nivel requiere un enfoque estratégico que priorice la salud mental en todos los estratos corporativos.
Esto lo convierte, básicamente, en una cuestión de liderazgo.
En Obertament, como organización de referencia en la lucha contra el estigma en salud mental y con la experiencia en acompañar en este proceso a las empresas, se dibujan tres líneas básicas para arrancar este camino: training, recursos y cultura organizativa.
- Entrena a tus managers. Las habilidades sobre salud mental laboral se aprenden, no son una cuestión de personalidad ni de condiciones innatas o empatía personal. Hablamos de buenas prácticas, protocolos y medición. Es una herramienta más que directivos y managers necesitan incorporar y dominar para crecer laboralmente. Para que tengan éxito estas formaciones es fundamental tener presente la importancia del estigma, ya que es la principal barrera que tienen los profesionales a la hora de gestionar cuestiones de salud mental.
- Ofrece recursos y conocimiento compartido. Empieza a ser habitual y común que las empresas dispongan de herramientas o profesionales específicos para abordar cuestiones relacionadas con la salud mental. Es imprescindible que estos recursos surjan de las necesidades de los equipos y mandos intermedios, pero que estén alineados con una estrategia desde dirección. De nuevo, tener en cuenta el estigma es clave. Algunas empresas se han encontrado que después de un trabajo intenso en búsqueda de documentación, aplicaciones de apoyo emocional o lanzar campañas de sensibilización, los trabajadores no hacen uso de los recursos debido a la barrera que supone el estigma en salud mental.
- Cultura organizacional libre de estigma. El papel de los líderes en defender los valores y creencias que determinan la cultura organizacional es incuestionable. Es básica la sincronía entre cultura, liderazgo y estrategia para alcanzar los objetivos. Si queremos llevar a nuestras empresas hacia una gestión de las personas en la que la salud mental sea una prioridad, tiene que transmitirse a través de los diferentes liderazgos que cada compañía tiene internamente.