Liderazgos extremos: Del jefe workaholic al jefe fantasma
Cuando un líder llega a un extremo y se mantiene ahí gran parte de su vida laboral, el camino hacia el punto medio es complejo, lleno de aprendizajes y muchas veces doloroso, porque reconocer, aceptar y enmendar los errores duele.
En el mundo del trabajo, el liderazgo tiene la capacidad de influir significativamente en el rendimiento y la satisfacción de los equipos dentro y fuera del entorno laboral; para bien o para mal. Pensando en la segunda opción, el abanico es amplio, yendo de uno a otro extremo: el jefe workaholic, que trabaja incansablemente y espera que su equipo haga lo mismo, hasta el jefe fantasma, quien se ausenta y no se preocupa por el trabajo de su equipo.
Estos claroscuros en los liderazgos no son algo nuevo, todos nos hemos topado con jefes así. Lo que sí es preocupante es que se trata de un problema añejo, con impactos sumamente negativos y que se mantiene tan vigente en el tiempo. Además, aunque muchas organizaciones los detectan, hacen poco –principalmente por falta de herramientas– para convertir a estos jefes en líderes que inspiren y multipliquen resultados. Estos extremos pueden tener consecuencias negativas en un equipo de trabajo y, por supuesto, en el éxito de la empresa.
Es importante recordar que trabajar más no siempre significa obtener mejores resultados, más si no se tiene una estrategia clara y una gestión adecuada del tiempo. Un líder que se enfoca únicamente en trabajar largas horas puede agotar a su equipo y lejos de mejorar los resultados. éstos irán a la baja –junto con el ánimo y creatividad del equipo–.
Parece fuera de toda lógica, pero el que más hace es el que menos resultados tiene, no obstante, en las empresas aún permea la cultura del “hacer”. Aunque esto es una mera simulación, porque parecer o realmente estar siempre ocupado no hace más productivo a un equipo, lo que sí hace es desgastarlo y “quemarlo”.
En el extremo opuesto tenemos al líder ausente. Si bien una de las máximas sobre eficiencia en el liderazgo habla de que el mejor líder es aquel que crea equipos independientes, que puedan trabajar y dar resultados sin él, el “líder fantasma” es el que no está presente y, por ende, está fuera de contexto sobre los retos, fracasos y logros del equipo. Es decir, el equipo opera de forma independiente no sólo porque tenga la capacidad, sino por necesidad.
Además de los líderes extremos, también existen líderes negligentes que no proporcionan a su equipo los recursos necesarios para realizar su trabajo, no los capacitan adecuadamente o no los reconocen por su trabajo. Estos líderes pueden generar desmotivación, falta de compromiso y descontento en su equipo.
Y así podemos enlistar una decena más de clasificaciones de líderes, tanto “positivos” como “negativos”. Vale la pena señalar que incluso los mejores líderes tienen una que otra característica como aquellas de los líderes poco efectivos. Pero lo cierto es que cuando un líder llega a un extremo y se mantiene ahí gran parte de su vida laboral, el camino hacia el punto medio es complejo, lleno de aprendizajes y, hay que decirlo, muchas veces doloroso porque reconocer, aceptar y enmendar los errores duele.
No hay fórmulas mágicas
Aunque pudiese pensarse que en estos escenarios el papel del líder es meramente laboral, vale la pena entender que su gestión impacta en muchos otros aspectos de su equipo, porque un líder puede sacar lo mejor de cada colaborador y convertirlo en un exitoso profesionista o llevarlo a la meca del burnout, el hastío y el estrés constante.
Entonces, ¿cómo se puede liderar mejor y crecer con el equipo? Aunque no hay una fórmula mágica, sí existen acciones estratégicas que ayudan a los directivos a guiar, inspirar, motivar y apoyar a sus equipos.
Primero, es importante que los líderes hagan una autorreflexión sobre su liderazgo, en la cual se tomen en cuenta muchos factores, como resultados, opinión del equipo, de un experto en coaching y hasta de otros líderes. Con todo esto sobre la mesa, es importante hacer una revisión de aspectos positivos y señales de alerta (check points y red flags) en la gestión del liderazgo.
También hay que establecer una comunicación clara y efectiva, conocer al equipo para potenciar su desempeño y reconocer el trabajo y logro de los colaboradores. Además, se debe tener una visión clara y compartirla, establecer objetivos claros y proporcionar las herramientas necesarias para alcanzarlos.
Liderar con congruencia y con el ejemplo implica establecer límites y mantener un equilibrio saludable en todos los aspectos. Un liderazgo moderno debe tener consciencia de las necesidades y expectativas de su equipo.
Los líderes son parte clave del éxito de cualquier empresa. Sin embargo, los liderazgos extremos pueden costarle muy caro a las organizaciones y a las personas. Es momento de impulsar el desarrollo de directivos más humanos, efectivos y memorables, en el buen sentido. Se trata de un impacto micro con consecuencias enormes para organizaciones, personas y, en general, para el entorno laboral de todo el país.
En HumanNet estamos conscientes de que un liderazgo bien ejercido permite sacar lo mejor de los colaboradores, junto con obtener un alto nivel de motivación y compromiso por parte de ellos con su organización.